Reportes de Vida

viernes, septiembre 23, 2005

Tulipanes

Como aguardar por tus tulipanes.

Como rojos deseos que se pierden en el mapa.

Como palabras vacías tiradas al aire.

Sólo estoy aquí.

Como aguardando por tus tulipanes.

Tecate

Empecé a tomar Tecate a los 17 años, despues de que un amigo me la presentó. Me acompañó en dos momentos importantes de mi vida. Uno de ellos nunca lo olvidaré. En un recodo de la calles California, con el temblor de mis piernas y mis labios.
Hoy cuando bebo una lata deseo siempre que se repita ese momento. Con el mismo sabor, con el mismo olor. Y que después de besarte en los labios, caminemos juntos al paradero de micros. A esperar las horas a que nunca pasen. A tocar mis manos con tus manos. A suspirar en silencio que lo he logrado.
Que ya nunca nadie me arrebatará ese momento. Por muchos años que pasen, por mucho que me maldigas.

jueves, septiembre 22, 2005

Desconfianza II

Desconfío absolutamente de tí. Vestido en el poder de la familia y la tradición. Acomodándote espaciosamente en tu gran espacio. Vistiéndote con ropas ajenas. Poco menos que robadas.
Como puedes pensar que tus ideales se mantienen si apenas estás sólo traicionas todo. Sólo para tu favor.
Así y todo osas desconfiar de mí. Que entrego todo.
Cómo puede dolerte que otros desconfiemos de tí?
Grandes Diferencias

Como explicar lo que es trabajar en un PC versus deleitarse en iMac.
Es como haber viajado toda la vida en económica de Santiago a Madrid y que de pronto te toque un viaje en primera clase.
No hay comparación posible.
Es demasiado diferente.
Y mejor.

miércoles, septiembre 14, 2005

Desconfianza

La desconfianza lo arrruina todo. Cuando por algún motivo te sientes cuestionado nada vuelve a ser lo mismo. Y si tienes la desventura de desconfiar de quienes creías siempre rectos y leales, algo de veneno entro en tus arterias.
Muchas veces las cosas tienen explicaciones más simples. Pero cuesta dejarse llevar por la inocencia, sobretodo todo cuando esa inocencia ha sido avasallada anteriormente. Pero dejar de actuar inocentemente no es sólo un castigo para el sospechoso. También lo es para el cuestionador.
Como el complice que es tan culpable como el que más.
En muchas oportunidades me he sorprendido desconfiando, incluso sintiéndome como feliz de ser tan sagaz. He mirado de reojo tantas veces. Y muchas de ellas sin razón.
Cuando constato que no tenía yo la verdad en mi boca, muchas veces he preferido callar y dejar sentir que no estaba equivocado. Ego de los más diversos tipos llenan mi cadaver.
Sólo cuando alguien me hace lo mismo mi sangre se rebela. Mi corazón se agrieta porque no deberían pensar mal de mí. Después de todo lo que he hecho. Después de todo lo que he dado y demostrado. Nadie tiene derecho a pensar mal de mí.
Sólo yo tengo el derecho de desconfiar. El deber de asegurarme pisar sobre terreno firme. Dejo así pasar las acusaciones porque no soy yo el culpable. Son los otros en los que nunca debí confiar. En los que nunca volveré a confiar.

lunes, septiembre 12, 2005

Todo es Raro

Cosas insólitas ocurren todos los días. Ya me tiendo a perder en las señales. A veces he tratado de leerlas pero no es nada simple.
Hace algo más de un año, volviendo de vacaciones desde Cuba, al subir al avión me percaté de que en el asiento del lado venía Juvenal Olmos, el entonces DT de la selección chilena. Sin ser hincha ni nada parecido no me importó en absoluto, así que seguí el transcurso de mi fluir y después de ver la película de rigor me dormí hasta llegar a Santiago. De todas maneras no puede luego dejar de pensar que mi encuentro había coincido con unas vacaciones forzadas que Olmos se había tomado luego de ser despedido de la selección.
Un año después tuve nuevamente la oportunidad de tomar vacaciones y, dado que Varadero y Habana me había parecido un relajo, volví a tomar pasajes para Cuba (nótese que entre medio había tomado vacaciones un par de veces). Al igual que el año anterior el avión que tomé tenía como destino Miami, después de pasar por La Habana y Cancún.
Al subir al avión, casi a boca de jarro, me encuentro con adivinen quien: JUVENAL OLMOS. Iba de vacaciones nuevamente, un año después, a Cancún. Deduje que la vez anterior también había ido de vacaciones a Cancún. Brillante.
E increible. No es rara tanta coincidencia? Y además volvía a coincidir con un momento importante en la vida del tal Juvenal; ahora pasaba a ser el DT de no sé que equipo argentino y volvía a tomar vacaciones antes de iniciar su nueva misión.
Yo seguía siendo totalmente neutro al futbol, así que no me importó mucho, pero no pude dejar de pensar en la coincidencia. Han pasado como 4 meses y todavía no logro descubrir que sentido tiene esta señal. Porque tiene que haber una señal. No puede ser casualidad. Me resisto a creer eso.
Cualquiera podría pensar que estoy exagerando pero debo decir que tengo testigo de ambos encuentros. Incluso ante la duda desafío a quien trabaje en Lan a que revise las inscripciones de los aviones, a ver si acaso estoy mintiendo.

En fin.

Hace menos de un mes y esta vez por trabajo, volví a tomar el mismo vuelo con destino a Cancún. Estuve todo el rato pendiente de ver a Juvenal y no apareció. Ni en la ida ni en la vuelta.
Qué querrá decir?

domingo, septiembre 11, 2005


Si el diseño influye en las ideas, lo sabré pronto. Hoy decidí volver a Apple. Mi nuevo G5 estará dedicado, entre otras cosas, a la escritura. Así que ya veremos.
Fin de Semana Frontal

Todos los fines de semana se están pareciendo. Desde la comida del viernes y el obligado paso previo al supermercado, hasta el almuerzo tardío de día domingo, incluyendo antiácido para intentar dejar atrás el exceso. Con la apuesta casi juramentada de que el lunes todo cambiará, el domingo en la noche se transforma en una espera desesperada por llegar nuevamente al lunes. Podría ser mucho más disfutado. Y el problema no son las compras ocasionales, ni el trabajo ocasional. Parece ser que el problema es que el cambio de ritmo no alcanza para sólo 2 días. Incluso llega a dar la impresión de que fuese mejor seguir con el fin de semana de largo porque el lunes cuesta acostumbrarse al ritmo de día de semana.

Pero no voy a ser tan desgraciado como para refrendar que la pausa de sábado y domingo podría saltarse. Sólo que ya no es la aventura de 48 horas que fue alguna vez. Y yo estoy todavía demasiado joven como para asumirlo plenamente. Y demasiado viejo como para no darme cuenta de que si no lo tuviese no lo podría soportar. Después de todo son esas las pocas horas en las cuales estoy más cerca de mi. Y tal vez por eso mismo me asusta. Porqué ya no se como ser cuando estoy conmigo a solas.

jueves, septiembre 08, 2005

Tu problema es no ser cinéfilo.
El cine ayuda a entender la vida


Hace más de diez años, después de una clase que apenas recuerdo, comencé a sentirme repentinamente mal. Salí a la calle y no sin esfuerzo alcancé a subirme en una micro que me llevaría camino a mi barrio. Siendo pasadas las ocho de la noche y colgando desde una pisadera, con la cara expuesta al frío penetrante del Santiago invernal, después de infinitas paradas y frenadas, bajé a dos o tres cuadras de mi casa.
Después de caminar en medio del humo, finalmente me acosté en mi cama con el termómetro midiendo mi estado y una limonada con aspirinas al lado. Sólo necesitaba una pausa. Pensé que tal vez algunas horas serían suficientes o incluso que un espacio de tranquilidad me bastaría. Hasta que vi el termómetro indicando cuarenta grados.
Haciéndome de la paciencia que nunca ha sido mi fuerte, prendí la televisión y empecé a ver una película que contaba la historia de un fotógrafo que descubría en el silencio de una toma la esencia de una historia difícil de deshilvanar. Paseando por parques entre follajes cadenciosos, recorriendo diferentes territorios, el personaje central terminaba participando de alguna forma con un grupo de mimos en un partido de tenis sin sonido, sin pelota, sin raquetas.
A pesar de los cuarenta grados, algo curioso me ocurrió mirando la película. Descubrí que de alguna forma, durante muchos meses había estado jugando ese partido de tenis. En silencio. Tratando de ver sin saber, donde llegaría la pelota para devolverla con precisión y agilidad. Intentando seguir en el partido.

miércoles, septiembre 07, 2005

Se Acabó el Football para mí

Después de ver el último partido Chile-Brazil, o mejor dicho Brazil/Brazil/Brazil/Brazil/Brazil/Chile, no me queda nada por ver en materia de Football. No es que tuviera mucho interés antes del 5-0. De hecho había venido menguando año trás año. Ahora lo único que queda es constatar que el interés ha llegado a nada. Cero. Zero.

La última copa del mundo fue el último estertor importante de mi relación casi siempre frustada con el football, pero mi único equipo representado de corazón (Francia) desapareció de las canchas en forma bastante poco noble. Y si por cercanía geográfica estaba con ganas de ver lucirse al equipo argentino -que bien le habría venido entre tanta crisis de la época- la pauperrima actuación no me dejó más nada. (Para ellos debe haber sido como un segundo corralito).

Francia 98 fue de verdad la última vez que disfruté de verdad con los partidos. Recuerdo el mundial como si todo hubiese ocurrido en primavera, a pesar de que debe haber sido más bien en invierno. No hubo partido de Francia que no viera. No importaba el horario, ni donde estuviera. Con mi amigo Nicolás nos juntábamos a inchar por Zidane y compañía, vibrando con cada jugada. Fue increible y feliz. Buena época. Incluso unos amigos (casi los mismos) se empezaron a enamorar durante la final con Brasil y luego salimos a celebrar por las calles de Santiago como si no estuvieramos a +12000 km. de París.

sábado, septiembre 03, 2005

Despúes de tener the strangest dream, me tuve que levantar antes de tiempo para comenzar un día sábado que quien sabe a donde me llevará. Todavía estoy mentalmente censurando las cosas que puedo escribir en este blog, así que mi sueño y lo que pasó después de mi sueño quedarán para otra oportunidad o, tal vez, otro blog.
La idea de centralmemories es servir de repositorio de historias nobles y no tan nobles, de vertedero de experiencias que si no cuento morirán conmigo. Desaparecerán para siempre al apagarse mi cabeza.
Vamos a empezarlo de una vez.
Central Memories: Te declaro inaugurado.